La dislexia y la discalculia reciben distintos nombres. Durante bastantes años se ha considerado en educación como dificultades de aprendizaje y la LOMLOE introdujo la denominación «trastornos de aprendizaje», que es la que se suele emplear en sanidad. Muchas veces estos nombres van acompañados por la palabra «específicos» o «específicas» o se encuentran como siglas: DA (dificultades de aprendizaje) o DEA (dificultades específicas de aprendizaje). Por si fuera poco lío aún tenemos las denominaciones de «disgrafía» y «disortografía» que tienen un significado impreciso.
Aunque solo sea para aclararnos durante un rato, propongo llamar dislexia a las dificultades/trastornos del aprendizaje que afectan a la lectura y la escritura y discalculia a las que afectan a habilidades matemáticas. Aclarado esto, lo que presento aquí es una web en la que he ido recopilando distintas herramientas utilizadas para la detección y evaluación de la dislexia y la discalculia.
La web se titula Detección y evaluación de la dislexia y la discalculia.
Hay que tener en cuenta que solo se ofrecen cuestionarios o pruebas específicas para valorar el nivel o problemas en lectura, escritura y distintas habilidades matemáticas. Un proceso de evaluación o diagnóstico precisaría valorar otros aspectos, como la capacidad intelectual o el impacto que generan esos problemas.
También es conveniente conocer que varias de esta pruebas tienen una indicación sobre quién puede utilizarlas. En esos casos suelen ser pruebas de los niveles A (personas con formación y experiencia en el ámbito concreto de aplicación) y B (personas con titulación en Psicología, Educación, Medicina, Logopedia, Terapia ocupacional u otro campo relacionado con el propósito de uso del test, así como entrenamiento formal en la aplicación, corrección e interpretación de pruebas de evaluación clínica). Encontraremos esta información en las pruebas editadas por CEPE, Giunti, Pearson o TEA.