Hace unos días, en mis clases del MIEP, tuvimos una sesión sobre lectura fácil a la que acudieron Marcela Vega, de la empresa Calícrates y Begoña Echeverría del Club de Lectura Fácil de Pamplona. Tras situar la lectura fácil dentro de la corriente del diseño universal nos presentaron algunos de sus trabajos, especialmente la actividad del Club de Lectura Fácil de Pamplona.

Para algunos de los alumnos, aquello era su primer contacto con este concepto y entre las dudas y cuestiones que surgieron hubo una que se repitió en varias ocasiones a lo largo de la tarde. Más o menos, podría formularse así: «si ofrecemos a los alumnos materiales de lectura fácil, es posible que se acostumbren y no hagan el esfuerzo necesario para leer los textos originales».
Lo habitual en este blog sería ofrecer datos acerca de esta cuestión. Pero no va a ser así, ya que entramos en un campo en el que no hay investigación, así que esta entrada será de opinión.
Delos sos oios tan fuerte mientre lorando
Tornaua la cabeça y estaua los catando; vio puertas abiertas y uços sin cannados, alcandaras uazias sin pielles y sin mantos.
Esto que aparece aquí es el comienzo del Cantar de Mío Cid, algo arreglado, porque el texto original emplea letras que actualmente no se utilizan en el español. Muchos hemos leído textos de este tipo en el colegio, en versiones modernizadas: «de los sus ojos tan fuertemente llorando, tornaba la cabeza y estábalos catando. Vio puertas abiertas y postigos sin candados, alcándaras vacías, sin pieles y sin mantos».
También existen versiones adaptadas en las que, además de modernizar el vocabulario, se simplifica la expresión y se resume el contenido. Estas versiones adaptadas son criticadas por algunas personas, pero podríamos ponernos de acuerdo en que al que le guste una versión adaptada puede interesarse por la original, mientras que si hay alumnos que no comprenden o no disfrutan con el texto adaptado, difícilmente lo harían con el original.
Tener claro el objetivo
En la escuela se puede leer con distintos objetivos. Tres posibilidades serían: aprender contenidos, mejorar la habilidad de lectura, crear interés por la lectura.
Si el objetivo es aprender contenidos, lo más razonable es que estén expuestos con la mayor claridad posible y que las complicaciones del texto no sean un obstáculo para su aprendizaje.
Si pretendemos mejorar la habilidad de lectura enseñando o practicando la construcción de inferencias, la síntesis, la metacognición u otras estrategias, el texto debería tener cierta complejidad, de modo que permita la práctica de esas estrategias, aunque, si resulta incomprensible para los alumnos, no se podrá alcanzar el objetivo de mejorar la habilidad lectora.
En tercer lugar, si tratamos de crear interés por la lectura, habrá que ofrecer textos que sean relevantes, atractivos, que se presenten adecuadamente, que los alumnos puedan comentar entre ellos. En este caso, la variedad y la posibilidad de elegir hacen que los alumnos puedan ir encontrando los textos que les gustan.
Una vez que somos conscientes de que se trabajan distintos objetivos, podemos pensar que la lectura fácil no es el material más adecuado para que un lector hábil practique estrategias avanzadas de comprensión, pero puede servir para que los lectores con más dificultades practiquen las estrategias básicas y, sobre todo, para que puedan aprender los contenidos escolares. Sobre esto, espero tener dentro de poco los primeros resultados de una investigación en la que comparamos lo que los alumnos recuerdan tras la lectura de un texto extraído de un libro de escolar o de su versión en lectura fácil.
Respecto a las posibilidades de elegir el material, puede existir el recelo de que los alumnos buscarán siempre lo más sencillo para tratar de acabar sus actividades lo más rápidamente posible. Nuevamente, habría que distinguir cuál es el objetivo de lectura. Por ejemplo, si se trata de informarse o de aprender, el material será adecuado según si contiene o no la información necesaria. Por ejemplo, los materiales didácticos de lectura fácil que hemos elaborado en el MIEP siempre tenían más información que la que se exigía en el currículo. El objetivo es leer o entretenerse con la lectura, cualquier material de lectura que le guste al alumno será adecuado.
Hay otros objetivos en los que la lectura fácil puede ser inadecuada, como practicar estrategias de comprensión para dar el significado adecuado a expresiones ambiguas, inferir el significado de palabras poco frecuentes o familiarizarse con estructuras sintácticas complejas. Otro ejemplo sería conocer el original de una obra literaria.
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