Aunque trabajo como orientador (y a veces como especialista de Pedagogía Terapéutica o de Audición y Lenguaje) en un colegio, también tengo algo de actividad como formador del profesorado y de logopedas en cuestiones de lectura y comprensión, en la universidad o en cursos organizados por distintas entidades.
¿Sirven para algo esos cursos? ¿Cuáles son los mejores contenidos a incluir en ellos? ¿Es necesario que tengan una duración larga? ¿Es útil un formato de conferencia, presencial o a distancia? Quizá nos pueda ayudar a responde alguna de esas preguntas un meta-análisis publicado por Badriah Basma y Robert Savage (2017) sobre la influencia en la lectura del desarrollo profesional de los docentes.

Badriah Basma, autora del trabajo. Foto enlazada de su perfil en ResearchGate.
Estos autores localizaron 17 investigaciones sobre el tema, encontrando que el desarrollo profesional de los docentes tiene un pequeño efecto positivo (g = 0,225) en la lectura de los alumnos. Curiosamente, al analizar la influencia del número de horas de formación Basma y Savage encontraron un efecto significativo cuando se empleaban menos de 30 horas (g = 0,367), pero el efecto conjunto de las formaciones con una duración superior a las 30 horas no era significativo (g = 0,143).
Este resultado contradice nuestra experiencia de que formándote más en algo sueles aprender más. En principio, esperamos que ese mayor aprendizaje del profesor le dé más recursos o le ponga de manifiesto cuáles son los más eficaces para mejorar las habilidades lectoras de sus alumnos. Quizá podamos explicar en parte este resultado anómalo con otro resultado anómalo. En este meta-análisis, los estudios de mayor calidad produjeron un efecto (g = 0,408) sensiblemente mayor que los estudios con calidad media (g = 0,077). Normalmente en los meta-análisis encontramos que los estudios de menor calidad ofrecen los efectos más altos. ¿Qué tiene que ver esto con que las formaciones de mayor duración no produzcan efectos significativos? Lo que sucede es que la mayor parte de los estudios de alta calidad se centraron en formaciones de corta duración.
Los contenidos de los programas de formación fueron:
- Estrategias guiadas para la lectura en voz alta del alumnado.
- Instrucción explícita en la enseñanza de la lectura.
- Intercambio profesional entre profesorado.
- Estrategias para la instrucción de lectura.
- Implantación de nuevas estrategias de enseñanza en la clase.
- Implantación de la lectura colaborativa estratégica.
- Instrucción explícita en conciencia fonológica y ortográfica.
- Escuelas que usan libros TPD (quizá se refiera a una editorial. No sé qué significan esas siglas).
- Enseñanza basada en evidencias en cinco áreas de la alfabetización.
- Evaluación y asignación de estrategias de intervención.
- Enseñanza para la conciencia fonológica y el conocimiento de las letras.
- Actividades de aula para la mejora del lenguaje y la comprensión oral.
- Comprender la conexión entre lo que se enseña y lo que los alumnos aprenden.
- Enseñanza de descodificación y fluidez.
- Estrategias de lectura basadas en evidencias para alumnado con dificultades.
La formación más breve fue de 9 horas y de las más largas solo se indica que superaron las 50 horas. El formato más habitual fue el de taller o curso de verano en el que un formador trabajaba presencialmente con un grupo de profesores. En cuatro estudios, eso se complementó con una interacción online. En dos estudios el formador observaba y valoraba la práctica de los docentes en sus aulas.